Hoy celebro un paso importante en mi carrera profesional: mi graduación en la subespecialidad de oncología ginecológica.
Este campo de la medicina se enfoca en diagnosticar, prevenir, tratar y dar seguimiento a los tumores malignos que afectan los órganos reproductores femeninos, incluyendo la mama, el útero, las trompas de Falopio, los ovarios y el cérvix.
Como subespecialista en este ámbito, mi principal objetivo es evitar que las pacientes desarrollen enfermedades oncológicas, especialmente aquellas que son prevenibles, como el cáncer de cérvix. Además, me dedico a diagnosticar a tiempo otras patologías y brindarles un tratamiento oportuno.
La sala de operaciones es donde paso la mayor parte de mi tiempo, realizando cirugías complejas para tratar estos tumores. Sin embargo, también me encargo de brindar esperanza y buenas noticias a mis pacientes. Es un mito que la mayoría de las pacientes oncológicas fallecen a causa de su enfermedad. Con el tratamiento adecuado, la mayoría de ellas tienen la posibilidad de curarse y recuperar una buena calidad de vida.
Esta subespecialidad me llena de orgullo y satisfacción. En Costa Rica, somos menos de 40 subespecialistas en ginecología oncológica, lo que resalta la importancia y la dedicación que requiere esta área. Más allá de los logros académicos, he desarrollado una profunda empatía con mis pacientes, acompañándolas durante sus tratamientos y brindándoles asesoramiento personalizado sobre los riesgos y los tratamientos disponibles.
La obtención de este título con honores representa un gran esfuerzo, cuatro años de preparación intensiva (uno adicional debido a la pandemia de COVID-19). Sin embargo, estoy seguro de que seguirá brindándome una inmensa satisfacción, tanto a nivel profesional como personal, al poder ayudar a cada persona con este tipo de diagnóstico.