Dispareunia y vaginismo: diferencias, causas y tratamientos explicados en claro
Soy el Dr. Adrián Castro, ginecólogo y gineco oncólogo en la Clínica Bíblica (San José, Costa Rica). En consulta veo a diario cómo el dolor con la penetración o la dificultad para intentar la misma afecta la autoestima, la intimidad y los proyectos de vida. Mi objetivo aquí es darte criterios prácticos y claros, basados en evidencia y experiencia con mis consultantes
¿Qué es la dispareunia? (dolor con la penetración o durante exploraciones)
Cuando hablo de dispareunia me refiero al dolor genital persistente o recurrente asociado al coito. También puede aparecer en contextos como una exploración ginecológica (por ejemplo, el uso del espéculo), y no se explica solo por “falta de lubricación”. Es una condición médica con causas físicas y emocionales que vale la pena evaluar con calma.
En consulta, siempre comienzo diferenciando cómo y cuándo duele:
- Dispareunia superficial: aparece en el momento de la penetración, se localiza en la vulva o entrada vaginal. Puede relacionarse con cicatrices (p. ej., episiotomía), himen rígido, tabiques vaginales, atrofia posmenopáusica o infecciones.
- Dispareunia profunda: surge con la penetración profunda y se percibe “visceral”, sorda y mal localizada; con frecuencia se asocia a endometriosis u otras causas pélvicas.
En mis palabras: si duele al entrar, pienso en causas de la entrada vaginal; si duele adentro y profundo, investigo el piso pélvico y órganos internos.
Dato útil: a veces la contractura del suelo pélvico por tensión mantenida o miedo al dolor es parte del cuadro; si el músculo está en “modo defensa”, cualquier intento de penetración puede doler.
Dispareunia superficial vs. profunda: cómo se siente y por qué pasa
- Superficial (introital/vulvar): ardor o pinchazo al inicio; tocar las cicatrices o la mucosa seca duele. En posmenopausia, la baja de estrógenos favorece sequedad y fragilidad, y allí los estrógenos locales pueden marcar diferencia (siempre indicados por tu médico).
- Profunda: “punzadas adentro”, a veces irradia hacia el ano o bajo vientre; se exacerba con ciertas posturas. Pienso en endometriosis u otras causas pélvicas.
En ambos casos reviso hábitos (lubricantes, ritmos, ansiedad), historial obstétrico/quirúrgico, medicación y piso pélvico.
¿Qué es el vaginismo? La “tortícolis” del suelo pélvico y su impacto
El vaginismo no es “solo dolor”: es una contracción muscular involuntaria de la vagina (en realidad, del piso pélvico) que cierra parcial o totalmente el canal y dificulta o impide la penetración. La vagina es un tubo muscular que, en condiciones normales, se distiende y se relaja para permitir examen ginecológico, uso de tampones/copas o relaciones sexuales. Cuando ese músculo se contrae de forma anormal, aparece el dolor. Es como una tortícolis en el cuello: un músculo que no debería doler al tocar, pero duele y “se defiende”.
La experiencia clínica y la sexología coinciden: no todo es psicológico ni todo es físico; suele ser mixto. Traumas previos, miedo anticipatorio al dolor, creencias negativas sobre la sexualidad y experiencias difíciles pueden coexistir con infecciones previas, parto traumático o cicatrices. Por eso el abordaje debe ser ordenado y sin culpas.
Señales típicas, detonantes y miedos frecuentes
- Dificultad para introducir tampones o copa, rechazo del examen ginecológico o imposibilidad de “relajar” ante el intento de penetración.
- Miedo al dolor y a “quedar mal”: el cuerpo se anticipa y se contrae.
- Después de varios intentos con dolor, es común que baje el deseo y aumente la evitación. No estás sola: es un patrón muy frecuente y tratable.
Causas más comunes: psicológicas, físicas y hormonales (posparto y menopausia)
- Psicoemocionales: experiencias negativas, abuso, ansiedad, miedo al dolor, mitos sexuales, falta de educación sexual.
- Físicas: tabiques vaginales o malformaciones (poco frecuentes), cicatrices (episiotomía/cirugías), infecciones, endometriosis.
Hormonales: en menopausia la caída de estrógenos altera la salud vaginal; en mi práctica también observo dolor en posparto con lactancia por hipoestrogenismo.

¿Cómo se diagnostica? Lo que evalúo en consulta
- Historia clínica cuidadosa (cuándo empezó, dónde duele, si es superficial o profunda, si hay evitación o contracción).
- Examen físico; si hay hipertonía del piso pélvico, lo detectamos con maniobras suaves.
- Evaluación de factores hormonales (menopausia/posparto), cicatrices y condiciones pélvicas (p. ej., endometriosis).
- Cuando el componente emocional pesa, sumo a psicología/sexología clínica para trabajar miedo y creencias.
Nota: en manuales clínicos modernos, estas condiciones se entienden dentro del dolor genitopélvico/penetración; a mí me sirve ese marco para explicarlo sin etiquetas estigmatizantes.
Tratamientos que sí funcionan (enfoque multifactorial)
El tratamiento siempre es multifactorial. Ninguna pastilla por sí sola resuelve todo; combinamos rehabilitación del piso pélvico, educación sexual, apoyo psicológico y, cuando corresponde, tratamientos médicos o cirugía.
Fisioterapia de suelo pélvico: relajación, biofeedback y dilatadores
Trabajo codo a codo con fisioterapia de suelo pélvico para reeducar ese músculo “en modo defensa”. Técnicas de relajación, biofeedback, respiración diafragmática y el uso guiado de dilatadores (cuando toca) ayudan a disminuir el espasmo y recuperar confianza. Con la fisioterapia de suelo pélvico y el apoyo adecuado, los resultados suelen ser óptimos.
Apoyo psicológico: TCC, trauma y educación sexual
La terapia cognitivo-conductual (TCC), el trabajo con trauma y la educación sexual reducen el miedo, evitan la anticipación del dolor y desmontan creencias rígidas.
Tratamiento médico/quirúrgico: estrógenos locales y cuándo operar
- Hipoestrogenismo (p. ej., menopausia): los estrógenos locales (óvulos/cremas) mejoran elasticidad y lubricación vaginal; se prescriben individualmente.
- Tabiques vaginales u otras malformaciones: son poco frecuentes, pero cuando existen, la cirugía puede resolver el obstáculo mecánico y el dolor asociado.
Endometriosis u otras causas pélvicas: manejo integral y, si procede, tratamiento médico/quirúrgico específico.
Autocuidado y pareja: pautas prácticas para reducir el dolor y recuperar confianza
- Lento es rápido: empezar por contacto no penetrativo, caricias, comunicación explícita y acuerdos de “pausa cuando lo necesite”.
- Lubricante siempre (a base de agua o silicona según preferencia) y calor local previo para relajar musculatura.
- Respiración (soltar aire largo) al intentar introducir un dedo o dilatador cuando ya estés lista.
- Cero culpas: ni “tengo que poder” ni “debo aguantar”. Tu cuerpo está protegiéndose; con entrenamiento y calma puede reaprender.
- Chequeos: si usas tampones/copas y molestan, no fuerces; vuelve a evaluación.
Preguntas Frecuentes
Sí hay penetración pero duele, suelo pensar en dispareunia; si no se logra por contracción involuntaria o miedo intenso, sospecho vaginismo. A veces coexisten. La evaluación médica y de piso pélvico aclara el panorama.
Sí. Hablamos de disfunción secundaria cuando aparece tras una etapa sin dolor; revisar cicatrices, infecciones, endometriosis y estrés ayuda a encontrar la causa.
Con enfoque multidisciplinario y pasos graduales, la gran mayoría mejora de forma significativa. En mi consulta, ver avances sostenidos con fisioterapia + educación + apoyo psicológico es el camino.
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Si querés que te acompañe personalmente, podés agendar en la Clínica Bíblica (San José).
Glosario rápido para tu saber
Concepto | Sinónimos/variantes naturales |
Dispareunia | dolor en las relaciones, dolor con la penetración, coitalgia (variantes: dispaurenia, dispareunia superficial/profunda) |
Vaginismo | espasmo vaginal, contracción involuntaria vaginal, hipertonía del suelo pélvico |
Abordaje terapéutico | fisioterapia de suelo pélvico, dilatadores, TCC, educación sexual, estrógenos locales (según caso) |
Nota final importante
Este texto no sustituye una consulta médica. Si el dolor es intenso, si hay sangrado, fiebre o dolor pélvico progresivo, consulta de inmediato. Si querés que te acompañe personalmente, podés agendar en la Clínica Bíblica (San José).
La dispareunia y el vaginismo no son “cosas de la cabeza” ni “falta de ganas”. Son condiciones reales y frecuentes que merecen escucha, evaluación y tratamiento. Recordá esto: “El tratamiento siempre es multifactorial” y tu cuerpo puede reaprender. Con un plan claro, paciencia y acompañamiento profesional, el dolor se puede reducir o resolver, y la intimidad, florecer.